Solo con un seguimiento continuado de la salud del suelo de las fincas dedicadas a la ganadería de vacuno de carne podemos mejorarlo y actuar

El suelo es mucho más que el soporte físico de pastos y cultivos: es un ecosistema vivo que almacena carbono, regula el ciclo del agua, sustenta la biodiversidad y garantiza la productividad a largo plazo.  Es por ello que debemos poner nuestro máximo empeño en protegerlo y fortalecerlo.

Son muchas las medidas que se pueden aplicar que han demostrado su eficacia para proteger y mejorar la salud del suelo en ganadería extensiva y semi-extensiva, especialmente en sistemas como la dehesa, los pastizales mediterráneos o las zonas de montaña.

Un manejo racional y adaptativo del pastoreo

El propio pastoreo manejado adecuadamente ha demostrado ser una poderosa herramienta para la mejora y conservación. Medidas relativamente sencillas como puede ser planificar un pastoreo rotacional, dividiendo la finca en parcelas y alternando el uso del pasto permitiendo periodos de descanso para la regeneración vegetal, lo que evita el sobrepastoreo, estimula el rebrote de gramíneas y mejora la cobertura del suelo.

Otra opción es apostar por una carga instantánea, con un pastoreo más concentrado, pero en un menor periodo de tiempo, lo que estimula la pisada ligera incorporando materia orgánica sin compactar y favoreciendo el reciclado de nutrientes y la aireación superficial del suelo.

También es recomendable adaptar el pastoreo al clima y a la producción del año, mediante un manejo dinámico basado en la observación y la evolución estacional de los pastos, lo que contribuye a reducir el riesgo de degradación.

Cobertura vegetal contra la erosión

La presencia permanente de vegetación viva o de residuos vegetales en el suelo es esencial para reducir la erosión hídrica, evitar la escorrentía, mejorar la infiltración y aumentar la materia orgánica. Con iniciativas como la siembra de cubiertas estratégicas de especies adaptadas (gramíneas perennes, leguminosas autóctonas) en áreas degradadas o sobreutilizadas, o el mantenimiento de islas de vegetación natural, linderos y zonas de exclusión temporal que permiten, también, la conservación de núcleos de biodiversidad funcional y refugios de fauna polinizadora o insectívora.

En los casos de lluvias intensas, siempre se recomienda una adecuada gestión de la carga ganadera en pendientes, para evitar el arrastre de partículas finas y nutrientes.

Medidas de mejora de la fertilidad y actividad biológica del suelo

Sólo si el suelo está vivo tendremos un suelo fértil. Para garantizar la estructura, la mineralización y la capacidad de retención de agua tenemos que asegurar que somos capaces de fomentar la vida microbiana y la fauna edáfica (lombrices, coleópteros, micorrizas…).

Para ello, existen diferentes alternativas, como evitar el laboreo profundo innecesario, que degrada los agregados del suelo y rompe las redes de micelio, o la aplicación de compost o estiércol o de los propios excrementos del pastoreo.

La aplicación de compost o estiércol maduro debe realizarse siguiendo criterios técnicos que garanticen que está bien estabilizado, sin exceso de humedad y aplicado superficialmente para evitar pérdidas de nitrógeno por volatilización. En el caso del excremento en pastoreo, debemos asegurarnos de que se lleva a cabo una distribución uniforme, lo que se consigue gracias a un pastoreo móvil que evite zonas de concentración prolongada, como son los abrevaderos o los comederos sin rotación.

El agua, nuestro gran caballo de batalla

Sin duda, el recurso limitante por excelencia en muchos sistemas ganaderos extensivos es el agua. De ahí que sea tan importante aplicar medidas que mejoren la capacidad de infiltración y almacenamiento del suelo. En este sentido, se pueden aplicar técnicas como los micro-represamientos naturales o swales (zanjas a nivel) en zonas de escorrentía para favorecer la infiltración progresiva; la descompactación biológica mediante raíces profundas (como dactylis, esparceta, algunas leguminosas arbustivas…), que abren poros sin necesidad de maquinaria; o la cobertura vegetal multiestrato, que ayuda a reducir el impacto directo de la lluvia y a aumentar el tiempo de retención superficial.

La importancia del arbolado en el modelo silvopastoral

En sistemas como la dehesa, el arbolado desempeña un papel esencial en la salud del suelo, puesto que sus raíces profundas estructuran el perfil aportando materia orgánica, mejorando el microclima y alojando micorrizas beneficiosas. Es por ello que en ese tipo de ecosistemas cobran tanta importancia actuaciones como la regeneración del arbolado autóctono (encinas, alcornoques, quejigos) mediante protección individual y eliminación selectiva de competencia, la poda adecuada y periódica para evitar desequilibrios sombra/luz, mejorar la arquitectura del árbol y aprovechar biomasa y la protección del arbolado joven del ramoneo mediante exclusión temporal o protectores físicos.

Monitoreo y diagnóstico continuado del suelo

Solo con un seguimiento continuado del estado de la salud del suelo de las fincas dedicadas a la ganadería de vacuno de carne podemos mejorarlo y actuar cuando lo requiera, por lo que se recomienda establecer una línea base del estado de situación y hacer seguimiento continuado.

Para esto último, existen sencillos análisis que se pueden hacer de manera periódica para conocer la evolución, como es el análisis de materia orgánica, pH, capacidad de intercambio catiónico, densidad aparente…

También debemos observar y controlar una serie de indicadores biofísicos muy simples y accesibles, como es controlar y verificar la presencia de lombrices, el color, olor, infiltración de agua (test de la botella), cobertura vegetal…

Por último, siempre es recomendable tener cartografiadas las zonas vulnerables para priorizar las intervenciones, separando las zonas compactadas de las pendientes erosionables, puntos de concentración, etc.

La protección y mejora del suelo no solo como patrimonio sino como estrategia

La gestión regenerativa del suelo es una apuesta a largo plazo que no solo permite preservar y conservar el suelo evitando la erosión y la desertificación, sino que es una acción estratégica y clave que genera múltiples beneficios en las explotaciones de extensivo de vacuno de carne, mejorando la rentabilidad, reduciendo costes externos (fertilizantes, fitosanitarios), fortaleciendo la resiliencia ante el cambio climático y legitimando socialmente el papel del ganadero como cuidador del territorio.

En un contexto europeo donde se demandan sistemas agroalimentarios más sostenibles, el ganadero extensivo tiene una oportunidad histórica: demostrar que se puede producir carne de calidad conservando y regenerando los recursos naturales. Y el primer paso, siempre, empieza bajo nuestros pies.

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