El sector del vacuno de carne europeo ha asumido que la sostenibilidad es una condición indispensable para garantizar su viabilidad futura

En un contexto de creciente exigencia ambiental, social y económica, el sector del vacuno de carne europeo ha asumido que la sostenibilidad ya no es una opción, sino una condición indispensable para garantizar su viabilidad futura. Frente a discursos cada vez más polarizados que reducen el debate a un simple “carne sí o carne no”, la realidad de los sistemas ganaderos —especialmente en países como España— es mucho más compleja, matizada y dinámica.

Debido a sus condiciones climáticas, geográficas y estructurales que comparten países mediterráneos como España, Italia o Portugal, han desarrollado un modelo de producción mixto, que conjuga la cría extensiva en pastos naturales (en pastos naturales o dehesas, muchas veces en zonas con alto valor ecológico), con una fase final de engorde intensivo en cebaderos tecnificados.

Esta combinación no solo permite aprovechar eficientemente los recursos naturales y reducir la presión sobre los ecosistemas pastorales, sino que también ofrece mejoras sustanciales en bienestar animal, calidad de la carne y reducción de la huella ambiental por kilo producido. Además, aporta una mayor estabilidad al sistema desde el punto de vista económico y logístico, reforzando su competitividad internacional.

Lejos de la imagen idealizada que muchos ciudadanos tienen sobre la producción “sostenible” —entendida exclusivamente como extensiva y tradicional—, este modelo integrado demuestra que sostenibilidad y eficiencia no están reñidas. Al contrario: es precisamente esta complementariedad entre sistemas la que permite avanzar hacia un modelo más resiliente, circular y climáticamente responsable.

El camino hacia la neutralidad de carbono, alineado con los objetivos del Pacto Verde Europeo y la Estrategia “De la Granja a la Mesa”, pasa por reforzar estas sinergias y por extender las buenas prácticas —muchas de ellas ya implementadas— a lo largo de toda la cadena productiva. España no parte de cero: parte de una base sólida y con capacidad de liderazgo.

Un modelo de producción mixto

El modelo de producción mixto que se practica en países mediterráneos como España, Italia o Portugal, que conjuga la cría extensiva (en pastos naturales o dehesas, muchas veces en zonas con alto valor ecológico), con una fase final de engorde intensivo en cebaderos tecnificados, permite en estos países avanzar hacia un modelo más resiliente, circular y climáticamente responsable.

En su objetivo alinearse con los objetivos del Pacto Verde Europeo, la Estrategia “De la Granja a la Mesa” y el objetivo Carbono Neutral 2050 de la UE, el sector del vacuno europeo lleva afrontando desde hace años importantes mejoras y una profunda evolución técnica del sistema de producción de manera global, si bien, es especialmente notoria la transformación que siempre de la mano de la ciencia se ha practicado en estos países mediterráneos en la fase de cebo del vacuno de carne.

Concretamente, en el caso de España todas estas mejoras en la producción se han realizado siempre apoyándose siempre en entidades de reconocido prestigio en el ámbito de la investigación y la ciencia como la Red Remedia, INIA-CSIC, universidades agrarias, metodologías LCA (Life Cycle Assessment) aplicadas específicamente al sector del vacuno de carne en el contexto europeo, etc.

Asimismo, y con el compromiso de la mejora continua, la Organización Interprofesional de la Carne de Vacuno de España, Provacuno, encargó a la comunidad científica la redacción de unos Códigos de Buenas Prácticas que los productores pudieran aplicar en los diferentes eslabones de la cadena para mejorar sus sistemas de producción y de este modo, reducir emisiones, garantizar la preservación y mejora del suelo y aumentar el bienestar animal.

Producir más con menos

Algunas de estas medidas irían destinadas a garantizar una de las claves de la sostenibilidad que es el “producir más con menos”.  Para ello se podrían aplicar recomendaciones que reducirían el tiempo de cebo, lo que supondría un menor consumo de agua, energía y alimento por animal; se mejorarían los índices de conversión*, gracias a mejoras genéticas y al manejo de la alimentación del ganado a través de la “nutrición de precisión”**; o se lograría una reducción de las emisiones entéricas mediante la formulación de dietas mediante piensos ajustados, aditivos naturales o uso de subproductos agrícolas (que no solo ha demostrado su eficacia en la mejora de las emisiones, sino que supone aprovechamiento y, por lo tanto, economía circular del proceso).

Otras medidas permitirían una disminución de las emisiones y una mejora de los suelos gracias al manejo de purines y estiércoles tanto en la fase extensiva como en la intensiva. Desde el compostaje controlado que transformaría lo que antes era un residuo en un recurso agrícola de alto valor, hasta la mejora en la forma y el momento de aplicación de estos composts, lo que garantizaría la mejora de la fertilidad del suelo con dosis adecuadas sin contaminar aguas ni la atmósfera, pasando por sistemas de almacenamiento mejorados que permitirían reducir hasta un 70% las emisiones en esta fase.

Gracias a las numerosas publicaciones científicas que ha habido al respecto, el sector también ha trabajado en lo que a la captura de carbono en suelos y pastos se refiere aprovechando el enorme potencial de secuestrar carbono atmosférico en los suelos agrícolas y ganaderos. Para ello, se están aplicando estrategias de pastoreo rotacional y planificado que favorecen la regeneración vegetal, la infiltración del agua y aumentan la materia orgánica del suelo; técnicas de revegetación de áreas degradadas y siembra de cubiertas vegetales en parcelas mixtas y el fomento del silvopastoreo y sistemas agroforestales como la dehesa en el extensivo, que combinan producción ganadera con arbolado autóctono, sumando sumideros de carbono permanentes.

Desarrollo tecnológico, un gran aliado

También el desarrollo tecnológico está siendo un gran aliado en la transformación del sector. Así, muchos cebaderos y explotaciones están incorporando mejoras tecnológicas que reducen tanto el consumo energético como las emisiones indirectas. Por ejemplo, la aplicación de energía solar para climatización, bombeo y procesos auxiliares; el uso de sistemas automatizados de alimentación, que reducen el desperdicio y mejoran la eficiencia, o la digitalización del manejo (apps de seguimiento, sensores, software de gestión) para controlar consumos, emisiones, rendimiento animal y su bienestar en tiempo real.

Todas estas medidas, y muchas otras que se vienen aplicando, están empezando a ver sus resultados. Así, según el informe publicado en febrero de 2024 por un grupo de científicos en la revista Animal***, la huella de carbono del vacuno de carne en España por kilo de carne producida es ya un 66% menor que la media del planeta, si se contrasta con los datos de la FAO, y su huella hídrica es un tercio si se compara con la media mundial.

Es obvio que aún queda mucho por hacer aún, pero está claro que solo de la mano de la ciencia se puede conseguir que el Objetivo Carbono Neutral 2050 marcado por la UE sea una realidad.

 *Índice de conversión: Es la cantidad de alimento que necesita un animal para ganar un kilo de peso. Cuanto menor es este índice, más eficiente es el animal y menos recursos consume.

** Nutrición de precisión: Es una forma de alimentar al ganado adaptando exactamente lo que necesita cada animal, sin sobras ni carencias. Así se mejora su salud, se reduce el desperdicio y se contamina menos.

*** «Evaluación del impacto ambiental de las cadenas de producción de carne de vacuno que integran sistemas de pastoreo y sin tierra»

 

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